lunes, 10 de octubre de 2011

Un voto por ese pueblo que rodea al Edificio Municipal

Hoy el municipio parece un adversario de los planes urbanos. El intendente, en lugar de gobernar el pueblo más grande del departamento, terminó como "administrador" (mal administrador) de lo que ocurre dentro del Edificio situado en 9 de Julio y San José.

El próximo 23 de octubre somos los quinenses los que enfrentamos la delicadísima tarea de elegir intendente.
Es una decisión complicada. De ella depende el destino de un pueblo que, sin sufrir ninguna catástrofe, se fue acostumbrando a una cotidianeidad adversa y en el camino se convenció de que el municipio, cuando aparece, es un obstáculo antes que un facilitador. Casi un adversario de los planes urbanos, en lugar del aliado que debería ser.
En la caída, se desnaturalizó el rol mismo del intendente: de gobernar el pueblo más grande del Norte Puntano, pasó a “administrar el Municipio”. En lugar de mirar el enorme ejido de Quines y decidir en función de 10 mil habitantes, el intendente se fue concentrando en la ímproba tarea de atender las demandas de los integrantes de la estructura municipal. La gestión fue quedando encerrada dentro de ese edificio que está en 9 de julio y San José.
El pueblo, mientras tanto, hizo la suya. Para bien o para mal, creció para donde pudo; en los conflictos de intereses, se impusieron los más poderosos.
La autoridad municipal se esfumó del espacio urbano, pero también pereció en las infinitas pulseadas que se sucedieron puertas adentro del municipio. Esa reconstrucción será la tarea más ardua y más decisiva para quien resulte elegido intendente.
Hoy, gobernar Quines es lidiar con un municipio grande pero impotente. Que no es capaz de encarar obras por sí mismo, pero tampoco puede garantizar el bacheo ni servicios mínimos.
Ese municipio tiene muchos empleados, pero no puede, siquiera, saber cuántos de esos agentes trabajan, cuánto tiempo lo hacen y de qué se ocupan.
Muy a menudo parece, además, un municipio idiota (aunque siempre queda la sospecha de si “es o se hace”). El listado de despropósitos de los últimos años podría llenar páginas enteras.
Pero hoy es un día de buenos propósitos. No hay ninguna ley que diga que una municipalidad no puede recuperar el control sobre el pueblo y las funciones y servicios que son su única razón de existir.
Tampoco existe ningún mandato que indique que los quinenses deban votar, otra vez, en contra del pueblo que habitan.