jueves, 11 de agosto de 2011

LA CULPA SERÁ DE TODOS.

Corremos el riesgo de volvernos aún más impresentables de lo que somos.
Está entre las posibilidades que una fórmula que lleva entre sus filas a Walter Omar Gatica y que manifiesta una especie de continuidad con la nefasta gestión de estos últimos 8 años, gane la interna del Compromiso Federal.
Cuando uno dice que estamos a punto de volvernos aún más impresentables, no piensa en presentarse ante la mirada de los otros. "Aquí estamos: somos el pueblo que eligió dos veces a Gatica, somos un pueblo moral y políticamente impresentable".
Es que podemos llegar a ser todavía más impresentables ante nosotros mismos. Ante nuestra propia mirada. Una sociedad es responsable de los males que provoca. Y es también responsable de los que no puede impedir. En suma, todos vamos a ser responsables de darle un premio a quienes no merecen ser premiados.
De modo que, de ocurrir esto, será imprescindible sugerir que nadie se disponga luego a elaborar frases como “este pueblo tiene lo que se merece” o, sin más, “este pueblo es una mierda”. Si nos deslizamos hacia la tercera puerta del Infierno, la culpa será de todos.
De los que elegirán a Terminator y de los que no pudieron frenarlo construyendo una alternativa superadora.
“Yo no lo voté. ¿Vos lo votaste? Yo tampoco.” Da la impresión que Walter Gatica y Sergio Alvarez son los políticos más y menos votados de la Argentina. Nadie los vota, pero ganan. No es un misterio. Ocurre que forman parte del imaginario inconfesable de los quinenses, y ese imaginario no sale en las encuestas.
Ante alguna gente parece que es en vano hablarles de las deudas, los cheques sin fondo, las deudas con los empleados municipales, el abandono, la exclusión social, el desinterés, las ausencias, la abulia, la mentira, el aumento de la pobreza, la corrupción.
Vano intento.
Hay un tipo de votante al que no le interesan el pueblo ni la sociedad.
Walter Gatica no se merece ningún premio. Por enésima vez debo decir que su gestión fue la peor de nuestra historia. Y lo que en 2006 fue el murmullo de unos pocos, en el 2008 se transformó en el grito de una multitud que salió a las calles atravesando miedos y entrando en la historia y hoy, en el 2011 se transformó en la expresión de una mayoría que no duda en calificar esta gestión como nefasta.
Está claro que a la hora de repartir culpas, no todas deben caer exclusivamente sobre él. Pero la cabeza visible es quien debería asumirlas.
A horas de la veda electoral y del cierre de campaña, mientras Walter espera recibir el premio de ser elegido diputado, hay empleados municipales reclamando en las calles porque hace meses que no cobran lo que les corresponde. Hay cheques sin fondo que siguen volando y la sensación colectiva de haber tocado fondo como pueblo.
Que postal extraña, la de este Quines. Por mucho menos, uno estaría escondido o pidiendo disculpas; y no en listas buscando cargos, poder y fueros que impidan que alguna vez se haga justicia.
Tal vez no gane. Ojalá no gane. Pero el solo hecho de que pueda hacerlo, es –para todos– una derrota y una humillación.