sábado, 6 de agosto de 2011

QUE DIOS NOS AYUDE

En la elección más reñida desde el regreso de la democracia, cuatro candidatos pelean por ser el intendente que represente al Compromiso Federal en octubre. También está reñida la interna K.

Como los viejos circos de tres pistas, esta es una elección con varios escenarios. Está el escenario ambiguo de las encuestas, un escenario de contenidos, otro de imagen y otro de situación. Todo se superpone y sucede al mismo tiempo y, si uno se entretiene con el encantador de serpientes, seguro se pierde a la mujer barbuda y cuando los payasos empiezan a guaranguear, en la otra pista el mago saca conejos de la galera.

La gente habla de las encuestas porque tiene la certeza de las matemáticas, tan lejos de la incertidumbre de los comportamientos humanos. Quizá por esa razón se han convertido en la estrella de estas elecciones, más que los programas, más que los votantes y más que los candidatos. La gente habla de números y no discute de política.
Hay más ciudadanos “punteados” en las sedes partidarias que electores en condiciones de votar. Si uno escucha a los candidatos, y a la cantidad de votos cautivos que dicen tener, verá que hay algunos que mienten (o la gente se ha comprometido publicamente a votar a más de uno). Si sumamos los votos que dicen tener solo los cuatro candidatos del oficialismo provincial, en Quines tendríamos mas votantes que en La Matanza.

Por otro lado, hay un escenario de contenidos, de proyectos en pugna. De los candidatos del oficialismo, uno (Sergio “Peteco” Alvarez) se manifiesta por una especie de continuidad mejorada de lo que fue el modelo de Walter Gatica.
Los otros tres (Macías, Tarazi y Gomez) expresan, con distintas variantes, proyectos que buscan un cambio radical y rotundo a la situación en que estamos.
Por otra parte, los 4 candidatos restantes (Lima, Chacón, Ibañez y Nievas) pretenden cambios aún más profundos ya que no responden al hegemónico gobierno de los Rodríguez Saá.

También hay un escenario de situación que es la crisis. Una crisis económica, social y cultural. Es un contexto que atraviesa en forma subterránea toda la elección y condiciona el futuro de los candidatos. La crisis genera la posibilidad de cambios, pero al mismo tiempo inestabilidad y temor entre mucha gente.

Todos estos escenarios se cruzan en las elecciones.

En la mayoría de los sondeos con respecto al justicialismo federal, las diferencias entre el primero y el cuarto no son tan amplias; por lo que (esta vez) el resultado es impredecible. Los cuatro candidatos tienen posibilidades y disputarán a cara de perro lo que queda de la campaña y cada voto durante los cómputos

Es una especie de matemática política en un pizarrón blando, porque los números se desdibujan en el contexto de la crisis.
Una crisis política que hace dudar sobre el grado de adhesión del voto a su candidato, una crisis económica que implicará tomar decisiones de fondo que requieren de una representatividad que no surgirá sólo de las elecciones y una crisis social con desocupados, hambre y problemas de salud y educación.

El que resulte electo en octubre (ya sea de Compromiso Federal, del Frente Para la Victoria, del Frente Unidos por San Luis o vecinalista) deberá soportar fuertes presiones sectoriales una vez que asuma, desde los acreedores hasta reclamos salariales.

Ninguno de estos caminos se termina de resolver en esta interna y seguramente tampoco en la general, porque el claro apoyo que necesitan en cualquiera de los casos no saldrá de estas elecciones enmarcadas por la crisis. Y en ese contexto ninguno podrá llevar sus proyectos hasta las últimas consecuencias si no puede transformar ese respaldo distanciado y parcial en una actitud de masas participativa y militante.

Y alguna probabilidad de empezar a tocar techo estaría dada porque un número contundente de quinenses resuelva votar en consonancia con el hartazgo que saben manifestar en la calle.
Porque cuando uno está verdaderamente harto intenta alguna rebeldía. Cualquiera. Pequeña, perdedora, insignificante. Lo que sea, que no sea seguir siendo cómplice pasivo.