viernes, 29 de julio de 2011

Historia en letras rojas



Empiezo esta reflexión con una pregunta que golpea el día a día de cada uno, sin distinción de oficios ni credos ni ideologías. Una pregunta que excede la lentitud de un intendente, la desorientación de un secretario clave o el mensaje de algunos candidatos a la próxima elección.
La historia se está escribiendo en letras rojas. En los barrios hay restos de una guerra sin enemigos exteriores y un extraño sabor a protagonismo colectivo que va en busca de respuestas.
Se va el peor gobierno de la historia, se va un Intendente al que hubo que soportar estos últimos 8 años. Llegan caras ambiciosas y manos más activas pero el poder de los representantes está más que nunca en el puño de los representados.
Para cada discurso fallido habrá una orquesta de cacerolas preparada a la vuelta de la esquina.
En esta página que se abre, la caligrafía de los hombres del poder no puede errar en las horas posteriores al incendio.
La corrupción debe ser aplastada, el hambre debe ser saciado pero la revolución espontánea de las ollas y los sartenes que tuvimos en Quines, quedará en el recuerdo de todos para refrescar la memoria frágil de los dirigentes.
En el Quines desangrado de estas horas hay un mensaje de dos caras.
La primera está hecha con la esperanza de un cambio que nos merecemos, aunque más no sea por haber sufrido tanto…
La segunda está llena de manos pacíficas que en el 2008 empuñaron cucharones para frenar el autismo. Esta fuerza sin banderas no se aplasta con nada. Ni con presiones, balas de goma ni estados de sitio.
Los futuros dueños del poder sabrán que en el reino de los jóvenes, de los trabajadores, de los comerciantes y de las amas de casa de este pueblo hay un arsenal de dignidad para evitar que las nuevas caras repitan viejos engaños.