lunes, 25 de julio de 2011

UNA DE COWBOYS


Ríndete Walter! Ya no eres la ley en este pueblo.
En el oeste hacían las cosas simples. Le arrancaban la estrella dorada del pecho y el chico bueno se volvía malo. El alguacil se convertía en pistolero a secas y era candidato a la horca.
Eso ha empezado a hacer la gente en nuestro pueblo. Los empleados salen a la calle. Los medios no esconden la fotografía del Quines sangrando. La opinión pública dice que no puede volver a equivocarse.
No le creen más. Aunque se dieron cuenta muy tarde, los quinenses descubrieron que habían puesto al zorro a cuidar las gallinas (las de los huevos de oro)
Al muchachito le gustaba pasear por la calle principal de Quines city alardeando con sus pistolas de cromo y sus balas de plata para combatir el MAL.
Pero se acabó. Ha llegado demasiado lejos. No está bien que el comisario rompa la caja fuerte del banco y derroche un botín.
En el oeste, la imagen típica del caos se daba cuando el forastero abría la puertita vaivén de la cantina y se encontraba con una pelea salvaje de todos contra todos. El menú incluía sillas de utilería que volaban junto a mesitas redondas y a la vajilla que se estampaba contra el mueble de la barra. No había batalla creíble si no se despachaba también a un borracho por la ventana que terminara con sus huesos depositados en el bebedero de los caballos.
El punto final del aquelarre llegaba cuando se abría otra vez la puerta vaivén y entre los desperdicios del bar avanzaban unos pasos lentos pero firmes y se escuchaba el estampido de una pistola. Era el sheriff que con ese acto de autoridad congelaba la escena y el caos se volvía otra vez una tertulia de parroquianos.
Ojalá fuera tan simple. Afuera no vuelan sillas sino deudas impagas, papelitos con sellos bancarios que valen menos que la alfalfa de los caballos.
Fuiste demasiado lejos Walter, y las mentiras tienen patas cortas como los vaqueros chuecos de Texas.
Ya no te creen y están esperando darle la placa, los dólares y la llave del pueblo al nuevo sheriff.
Pero quédate tranquilo… Al menos en esta historia de cowboys no tienes que preocuparte por la horca.